domingo, 3 de abril de 2011

El tiempo, un enemigo contra el que no se puede luchar...


Mientras los técnicos luchan contrarreloj para sellar la brecha abierta en el reactor número dos de la central que filtra radiactividad al mar, esta madrugada (hora española) los operarios que se juegan la vida día a día han recibido un duro golpe. Los dos trabajadores que realizaban operaciones de contención en la central nuclear que se encontraban desaparecidos desde el pasado 17 de marzo han aparecido muertos en el interior de la central, según ha informado la Tokyo Electric Power Company (Tepco), la compañía nacional energética encargada de la gestión de la planta, tal y como recoge la agencia de noticias japonesa Kiodo.

Esta tragedia humana se une al último revés que ha sufrido el operativo desplegado en la central. Tepco ha informado que no ha podido sellar con hormigón la brecha descubierta ayer en el reactor 2 y por donde se filtra radiactividad al mar. Los técnicos de la operadora japonesa intentarán ahora tapar la brecha con polímero en polvo, que tiene un gran poder absorbente. Vista la marcha de los trabajos en la planta, el portavoz Edano ha admitido que todavía "se tardarán meses" en controlar la radiactividad que emana de la central de Fukushima.


Preocupación por los trabajadores

Son muchos los peligros a los que se enfrentan unos trabajadores que ya son considerados héroes por la sociedad japonesa. De ahora en adelante formarán parte de los estudios con que los científicos tratan de precisar cómo incide en la salud la exposición a dosis bajas de radiactividad: al menos 21 operarios pertenecientes al retén que permanece en Fukushima para intentar controlar los reactores de la planta ya sufren una aceleración en el ritmo de alteración del ADN por efecto de la radiación. Así lo informó ayer el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que detalló por primera vez el número de trabajadores de Fukushima que ya han recibido una dosis superior a los 100 milisieverts (mSv), el umbral a partir del cual se considera que la radiactividad afecta la salud.

Estas 21 personas han aumentado la probabilidad de padecer cáncer a largo plazo entre el 1 y el 5%, según los expertos. "Ahora mismo, en su sangre ya puede detectarse el incremento de modificación del ADN. Requieren un seguimiento intensivo para ver como evolucionan al cabo de los años y las décadas", advierte el profesor Francesc Barquinero, biólogo y experto internacional en radiobiología que colabora con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Las alteraciones del ADN son un mecanismo natural: el organismo humano las genera en un orden de entre una y dos alteraciones cada 2.000 células. Tras recibir una dosis de 100 mSv, el organismo multiplica ese ritmo por cinco: produce entre cinco y diez alteraciones cada 2.000 células. Y estas células que realizan alteraciones tras haber recibido radiactividad tienden al error: se multiplican replicando el código genético con ligeros desajustes que pueden propiciar un proceso cancerígeno. En estos casos, la enfermedad suele tardar entre cinco y diez años en concretarse.

La situación de los empleados ilustra la complejidad de cómo la radiactividad afecta al organismo: libera energía en el interior del cuerpo desajustando el funcionamiento normal de las células. Es el único fenómeno que puede medirse; una vez recibida esa energía las consecuencias se mueven entre la probabilidad y la incertidumbre, hasta el punto de que no pueden descartarse otros efectos todavía desconocidos de la exposición a bajas dosis de radiactividad. "Solo sabemos lo que hemos podido aprender básicamente de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, de Chernóbil", detalla Barquinero. "Y a partir de ahora... de lo que les ocurra a los empleados que trabajan en Fukushima".

Como detalle triste, debemos decir, que estos héroes que están intentando frenar una catástrofe como podría haberla en Fukushima, ya se le ha apodado, con el nombre de Kamikazes, ya que lamentablemente, tienen las horas contadas…


Nuevo balance de fallecidos

Una madrugada más (hora española), los datos de la policía nipona sobre la cifra de víctimas recuerda la crudeza del terremoto y el posterior tsunami del pasado 28 de marzo. El último recuento oficial, eleva hasta 12.009 los muertos y a 15.472 los desaparecidos.

Mientras hoy es el tercer y último día de operación de las autoridades niponas y estadounidenses para buscar a los desaparecidos en las zonas más devastadas continua. Por ahora los datos no son muy esperanzadores para todos aquellos familiares que esperan recuperar los cuerpos de sus seres queridos para incinerarlos, como manda la tradición en el país. Hasta entrada la noche del sábado sólo se había conseguido recuperar 66 cadáveres.

La situación en muchas ciudades del noroeste del país sigue siendo dramática. Las autoridades de Minami Sanriku, una de las más afectadas por el tsunami, evacuará a 1.100 personas a otras localidades. Más de 9.400 residentes se encuentran alojados en los refugios improvisados en la ciudad.

El legado de Chernobyl, lecciones para Fukushima



El 26 de abril de 1986, a primeras horas de la mañana, explotó el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernobil, escupiendo a la alta atmósfera 6,7 toneladas de material radiactivo del núcleo y depositando istótopos radiactivos sobre 200.000 kilómetros cuadrados de Europa. El accidente del Fukushima, en Japón, tras el tsunami que arrasó la región hace dos semanas largas, es menos grave y la radiación emitida no se acerca a los altos niveles que arruinaron toda la región de Chernobil, pero hay lecciones aprendidas en el accidente ucraniano que pueden ser útiles para los responsables nipones que, aunque la complicada situación que afrontan no se complique más, tendrán seguramente que mantener una zona de exclusión alrededor de Fukushima durante décadas una vez enfriados los reactores y dedicar muchos años, inversiones y esfuerzos a cerrar la central.

Peplow, periodista de Nature, ha visitado Chernobil hace pocos días, anticipándose a una conferencia dedicada a la situación de la central devastada y la seguridad que se celebrará en Kiev del 20 al 22 de abril. Lo que está claro es que queda aún trabajo para años allí y que hacen falta inversiones para completar las medidas de seguridad planeadas. Todavía hoy, 25 años después del accidente, unas 3.500 personas entran cada día en la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la central nuclear para vigilar la zona y continuar los trabajos de limpieza, y estas actividades deberán continuar al menos medio siglo más.

"Docenas de trabajadores de emergencia murieron en los meses siguientes [al accidente de Chernobil] debido a la exposición a la radiación y cientos de niños de la región desarrollaron después cáncer de tiroides", recuerda Peplow. De los 132 trabajadores de emergencia a los que se diagnosticaron problemas por radiación aguda, murieron 28 en los cuatro meses siguientes, otros 19 han muerto desde entonces y muchos de los que han sobrevivido padecen cataratas y lesiones en la piel. En cuanto a los casos de cáncer de tiroides, se han registrado unos 5.000 en personas que entonces eran niños, y la mayoría resultó irradiada al consumir leche contaminada con iodo radiactivo. Una veintena de ellos han muerto. En el entorno de Fukushima se han medido niveles de radiactividad inferiores, señala Nature.

Mucho se habló, tras el accidente de Chernobil, del sarcófago de hormigón que se completó a finales de 1986 alrededor del reactor siniestrado para contener su radiactividad. Peplow lo ha visitado ahora y cuenta que "esta despedazándose y veteado de óxido". Junto a él se mide una radiactividad tal que estar expuesto a ella durante diez minutos equivale a hacerse una radiografía de un brazo. La central de Chernobil, todos sus reactores, se cerró definitivamente en 2000 y la prioridad ahora es construir e instalar una gran estructura alrededor el reactor número 4 antes de que el sarcófago sea demasiado inestable. El plan es construir una nueva estructura protectora. La idea es hacer un enorme arco de acero, de 105 metros de alto junto al reactor y desplazarlo hasta cubrir el sarcófago dañado. Dentro de esta estructura se podrá entonces trabajar con grúas robóticas para desmantelar el sarcófago y parte del reactor, en trabajos que durarán hasta 2065, si se logra tener a punto este dispositivo para 2015. El problema es que falta dinero para completar estos planes y los responsables ucranianos esperan obtener más donaciones de instituciones internacionales en la conferencia del mes que viene. Otro problema serio que hay que afrontar es el de la piscina de agua radiactiva (cada mes hay que bombear 300.000 litros de la sala de turbinas del reactor número 4) y almacenarla allí. Cerca de la antigua central hay una charca de 22 kilómetros cuadrados en la que se descarga el agua radiactiva de los sistemas de refrigeración del reactor.

El impacto del accidente de Chernobil en la salud de la población no se conoce con la precisión y fiabilidad que cabría esperar. Algunos estudios han detectado pequeños incrementos en la tasa de cáncer de mama y de enfermedades cardiovasculares, pero no tiene en cuenta factores como, por ejemplo, la alimentación, el consumo de alcohol o el hábito de fumar, recuerda Peplow. También ha habido algunas investigaciones que han apuntado un incremento de las mutaciones genéticas en los hijos de personas irradiadas tras Chernobil, "pero no se han encontrado evidencias de efectos hereditarios similares ni siquiera entre los descendientes de los supervivientes de las bombas atómicas en Japón, que recibieron, de media, dosis de radiación mayores".

En el desastre nuclear de Fukushima , las autoridades niponas han actuado mucho mejor que las soviéticas en Chernobil, informando a la población, delimitando una zona de evacuación, prohibiendo el consumo de leche y verduras de la zona, distribuyendo pastillas de ioduro potásico y pidiendo a la gente que no salga de casa (en el accidente de Ucrania no hubo reparto sistemático de pastillas y se dejó a lo niños jugar al aire libre tras el accidente) señala Nature.

Pero la más importante lección de Chernobil para Fukushima es que el accidente nuclear se abate sobre la región mucho tiempo después de que los reactores se hayan enfriado, señala Peplow citando a expertos. "Si zonas de Japón resultan gravemente contaminadas con cesio-137 radiactivo, que se reduce a la mitad en 30 años, el Gobierno tal vez tenga que mantener una zona de exclusión durante décadas. También llevará décadas desactivar la central de Fukushima, dependiendo del daño sufrido por los reactores", recuerda.










Fuentes: Entrevistando a la historia (Web)